Esa noche, el manto de estrellas abandonó
el firmamento para adornar tu rostro.
Tu mirada, tímida y nerviosa aleteó sobre mis ojos
y yo, perdida en tu aliento, me humedecía de ganas.
y tu piel, llena de
sensaciones se entregó a mis caricias.
Ahí, en medio de la dulzura,
un beso bastó para perderme en tu boca
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